viernes, 2 de febrero de 2007

EL HOMBRE Y LA AMAZONIA

Vista aerea de la ciudad de Tingo María, Perú. "Ciudad de la Bella Durmiente"

Ingº. FERNANDO S. GONZALES HUIMAN fsgh_dito@yahoo.es fsghdito@gmail.com
Docente de la Universidad Nacional Agraria de la Selva, Tingo María-Perú. Febrero 2007.
http://fgonzaleshuiman.blogspot.com

La Amazonia no es un territorio vacío, aunque gran parte de la misma tiene una baja densidad poblacional y cerca del 60% de su población es urbana. Hoy las partes bajas de la región (Amazonia Tropical) tienen una población de cerca de 22 millones de habitantes, constituyendo un mosaico de razas y de diferentes orígenes.

Existen cerca de 379 grupos étnicos de pueblos indígenas con una tradición milenaria de adaptación a las condiciones heterogéneas de la misma y depositarios de un incalculable bagaje de conocimientos y tecnologías. Otros pobladores modernos viven en y de la floresta, dedicándose a actividades extractivistas de recursos hidrobiológicos, caucho, castaña o nuez del Brasil, gomas, resinas, fauna y pesca, entre otras actividades, tanto para autoabastecimiento como para abastecimiento de mercados locales, regionales y mundiales. La mayor parte de la población amazónica está constituida por los pobladores de las ciudades. Existen hoy tres ciudades que superan el millón de habitantes (Belem y Manaus, en Brasil, y Santa Cruz en Bolivia), y muchas otras en crecimiento rápido por la afluencia de poblaciones rurales y externas (Boa Vista, Rio Branco, Porto Vehlo, Leticia, Iquitos y Pucallpa, entre otras).

La región se ha convertido en los últimos decenios en centro de afluencia de poblaciones de las zonas periféricas empobrecidas, como los Andes, el nordeste y sur de Brasil. Los colonos o migrantes recientes han ocupado extensas áreas de la región, generalmente con apoyo del estado, y se dedican a las actividades agrícolas, pecuarias y forestales con tecnologías importadas, con frecuencia de fuerte impacto sobre los ecosistemas y los recursos de la región. En los últimos años ha aumentado considerablemente la población dedicada a la búsqueda y explotación del oro y de piedras preciosas y semipreciosas. En el Brasil se calcula que cerca del 30% de la población amazónica se dedica o está relacionada con el "garimpagem".

El crecimiento de la población amazónica es de cerca del 3% anual y hace pensar en un fuerte incremento de las poblaciones urbanas y rurales en el futuro próximo y, de no tomarse medidas urgentes, en un aumento considerable de los problemas sociales, económicos y ambientales.
Precarias condiciones humanas. La calidad de vida de la mayor parte de la población amazónica, especialmente la urbana, no sólo no es satisfactoria, sino que está en proceso de deterioro. Un alto porcentaje de la población vive en condiciones de pobreza y sin los servicios adecuados de salud, educación, vivienda y comunicaciones.

Los conflictos sociales se están extendiendo en la Amazonia por la falta de oportunidades de desarrollo de probada rentabilidad económica, distribución justa de los beneficios y falta de ordenamiento del territorio. Por una parte el garimpagem y por otra el cultivo de plantas para drogas están trayendo consecuencias de inseguridad y violencia, que ya trascienden las fronteras.

DIFERENTES MODELOS DE USO DE RECURSOS

Los modelos de uso de recursos actualmente vigentes son muy variados y obedecen esencialmente a tres formas de actuar:

1. Los modelos basados en el uso de recursos sin destruir los ecosistemas naturales o con escaso impacto sobre los mismos.
Son practicados por los pobladores de la floresta, tanto indígenas como migrantes antiguos, conocidos como caboclos o ribereños. Estos modelos se refieren esencialmente a la caza, la pesca, la recolección de productos diversos o extractivismo, las áreas protegidas y el ecoturismo. Su importancia económica es considerable para el abastecimiento local de alimentos de las poblaciones amazónicas o la fauna silvestre, cuya contribución a la alimentación apenas ha sido calculada en forma incipiente.

2. Los modelos de destrucción y sustitución de los ecosistemas originales.
Se refiere a la agricultura intensiva y extensiva, a la ganadería, a las plantaciones comerciales(forestales, caña de azúcar, jebe, palma aceitera, café, etc)represas, minería,vialidad, urbanización y cultivos ilegales. El impacto ambiental es generalmente muy intenso a nivel local por la ausencia de medidas adecuadas.

3. Los modelos intermedios de cierta alteración de los ecosistemas.
Se refieren a la extracción forestal de maderas, a la agricultura de rotación, que involucran la regeneración del bosque, y a los sistemas agroforestales.

Durante los últimos 50 años y en todos los países se han intensificado los modelos de desarrollo de alto impacto sobre los ambientes naturales, especialmente a raíz de la construcción de carreteras de penetración; las exploraciones y la extracción de hidrocarburos; el crecimiento de los centros urbanos, que operan como centros de absorción de recursos del entorno, el incremento de la población, y los incentivos para desarrollar agricultura y ganadería en gran escala. En lo referente al uso de recursos es preocupante la sobreposición de intereses agropecuarios, forestales, mineros, energéticos, viales, urbanos, indígenas, extractivistas y de protección con los consecuentes problemas sociales, que con frecuencia conducen a conflictos y a pérdida de la seguridad.

El uso agropecuario de la tierra es responsable de la tala de cerca de 80 millones de hectáreas de bosques amazónicos y del abandono de cerca del 60% de esas tierras por pérdida de la fertilidad y la erosión consecuente. El uso forestal de los bosques, con el objetivo exclusivo de extraer madera, es eminentemente depredatorio y no se han establecido áreas importantes de manejo forestal permanente e integral. El uso minero no ha logrado integrar los aspectos ambientales y sociales.

LA COLONIZACION

La colonización de la Amazonia se inicia en dos frentes, una desde el Atlántico y otra desde la Cordillera de los Andes. Los misioneros realizaron la labor de reconocimiento de la región. La verdadera ocupación territorial por personas extrañas al medio se inicia con la fiebre del caucho a mediados del siglo XIX, a lo largo del río Amazonas y sus principales tributarios. Las principales ciudades surgen como consecuencia de esta actividad. Fue la primera incursión explotadora de la región.

La colonización con fines agropecuarios se inicia recién en forma masiva en la primera mitad de este siglo. En Brasil, primero a lo largo de los ríos y luego al ritmo del avance de las carreteras de penetración (Transamazónica). En Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia con la construcción de la carretera de penetración se inicia la colonización por grupos andinos, especialmente en la franja de la selva Alta (Vertientes Orientales de los Andes).

En ambos casos la colonización se instala con cultivos de subsistencia primero, para luego incursionar en cultivos de mercado internacional, como el café y el cacao. Los impactos ambientales eran todavía menores, hasta que se inicia la fase del desarrollo ganadero de la selva, con préstamos bancarios y grandes inversiones de capitales. Este "desarrollo ganadera" ha realizado la mayor parte de las deforestaciones en grandes áreas compactas, con consecuencias graves para los suelos por el empobrecimiento. Los pastizales de la Amazonia son productivos durante no más de 15 años (Serrao, 1990), transformándose luego en tierras degradadas y abandonadas, en muchos casos (como en áreas grandes) de escasa posibilidad de repoblamiento forestal original.

Las cifras hablan de una deforestación total de 800,000 Km2 en la Amazonia, correspondiendo al Brasil aproximadamente el 70%; al Perú 12%; a Colombia 6%; a Bolivia 5.5% y el resto a los demás países de la cuenca. Las márgenes de la mayoría de los grandes ríos de la cuenca se hallan ya colonizadas, con diferente intensidad. En la selva Alta, de los estribaderos de los Andes, donde nacen los principales ríos, las riberas de estos se encuentran casi en su totalidad pobladas. Los daños ecológicos son allí mucho más notables por la fragilidad de los suelos. Las altas precipitaciones reinantes en esta zona (en algunos lugares hasta 6000 mm/año), agravan la incursión del hombre en el territorio.

En la selva Baja, la colonización ha ocupado los ríos principales, desarrollándose la agricultura en los suelos aluviales de las terrazas y en las várzeas, que son los suelos que reciben cada año una restitución de nutrientes por los sedimentos de las crecientes.

LA TECNOLOGIA FORANEA

El ingreso de la tecnología "de avanzada", con grandes maquinarias para realizar el desmonte masivo del bosque, ha causado serios daños al ecosistema. Las grandes áreas deforestadas y empobrecidas de Tournavista (realizadas por Le Turneau) y en el Huallaga Central en Perú, con fines ganaderos, así como las grandes ganaderías del Brasil, son solamente algunos casos de la invasión de la tecnología foránea al área. Las consecuencias están a la vista. Inmensas áreas deforestadas, sin posibilidades de regeneración de una floresta productiva.

Todos estos casos son la esencia de la mentalidad existente de que la Selva debe ser eliminada para poder trabajar. El sistema socioeconómico considera aún a la selva húmeda amazónica como el "obstáculo" para el desarrollo antes que considerarla como una fuente de diversidad para un uso diverso y sostenido.

La Amazonia, considerada como una isla sin cultura y sin potencial humano, fue siempre agredida en su ecosistema. El extractivismo sin reposición o renovación de recursos se realizó en vastas áreas, siendo los resultados mayormente negativos para la región. Recién hoy, después de varios siglos de explotación, el mundo local de la región reconoce que los pueblos de la cuenca tienen experiencia y habilidades, que permiten un uso sostenido de los recursos.

LA INDUSTRIA FORESTAL

Los bosques de la Amazonia tienen una enorme capacidad de regeneración natural, siempre y cuando existan árboles semilleros, que sirvan de patrones. Las experiencias han demostrado que la dinámica renovadora de los bosques se mantiene cuando se trabaja en áreas, intercalando bosque y explotación agropecuaria y forestal. La capacidad desaparece cuando inmensas áreas son deforestadas totalmente.

La industria forestal ha explotado los bosques a lo largo de los principales ríos y sus afluentes. Tierra adentro la explotación forestal ha sido menor o casi mínima por la falta de las vías de comunicación, aunque en Brasil la explotación forestal es mayor tierra adentro por la red de caminos construidos. La actividad extractiva forestal, si bien en área no ha sido muy significativa aún, ha sido muy selectiva hacia las especies de alto valor comercial, especialmente en el mercado internacional. Se han cortado todos los especímenes valiosos de determinadas áreas, interrumpiendo el ciclo de regeneración espontánea por falta de árboles patrones. Las áreas forestales cedidas como concesiones forestales no se manejan como tales, ya que donde existe una carretera se produce la invasión inmediata por colonos. El desorden imperante, tanto en la administración de las áreas de la selva como en la legalidad de la tenencia, no permite actualmente pensar en una actividad sostenida.

Conociendo de cerca el área amazónica, se puede afirmar que la industria forestal no es la causante principal del desequilibrio medioambiental. Los madereros extraen las maderas comerciales solamente. Exceptuando la caoba (Swietenia macrophylla), donde se ha barrido caso con todos los especímenes, de las demás especies quedan siempre ejemplares en regeneración y desarrollo. Las invasiones de tierras, con apoyo político y crediticio, que vienen aprovechando los caminos forestales, son en primera línea culpables de la destrucción y quema de millones de metros cúbicos de madera, tanto ya madura como en desarrollo.

En el valle del Perené (Perú) se realizaron inventarios de bosques (INFOR-GTZ-Desarrollo Forestal y Agroforestal de la Selva Central) con resultados sorprendentes: encontrándose un potencial de madera, de 301 m3/ha, de los cuales los madereros extraen en el mejor de los casos 100 m3, quedando el resto, por ser maderas no comerciales en el momento, o por no tener diámetros adecuados. Esta madera se quema al realizar los rozados, con fines agrícolas. Estas cifras coinciden con las mencionadas por Harsthorn, 1990, para los bosques del Centro del Perú. Si tomamos como referencia los datos de especies en desarrollo de zona, o sea 124 m3/ha, podemos decir que en la cuenca amazónica se han quemado más de 9,920 millones de m3 de madera de especies que se encontraban en crecimiento, asumiendo que son 80 millones las hectáreas deforestadas.

La industria forestal extractiva ha aprovechado tal vez la mitad de la madera comercial existente en los bosques y sólo en menos del 50% del área deforestada. Se estima que la industria ha aprovechado en total y en promedio unos 20 m3 de madera por hectárea, o sea 1,600 millones de m3 de madera en total en la cuenca. La cifra de madera o biomasa quemada es 6 veces mayor. Esta biomasa quemada equivale al valor de la deuda externa de los países de la cuenca amazónica. Buscar culpables es retroceder en el tiempo, pero si es necesario mencionar que ni os políticos ni los industriales forestales ni los colonos supieron aprovechar este potencial perdido.

Con el sistema de fajas en Palcazú (Perú, Hartshorn, 1990) se puede lograr un balance económico de entre 3,500 y 24,000 US$ por hectárea y la regeneración de las especies en las fajas de corte raso es muy elevada. Existen otros ejemplos de manejo de bosque, que en los últimos años han demostrado la factibilidad de la extracción de madera en forma sostenible (CELOS en Surinam, Graaf, 1990).

LA AGRICULTURA, LA GANADERIA y EL APROVECHAMIENTO DE LA FAUNA

Se considera que la agricultura y la ganadería son los sistemas de uso que más han afectado la ecología natural de la región.

La agricultura: Se practica desde antes de la llegada de los colonos y era solamente de autosubsistencia. Los pueblos indígenas, obtenían (y en algunos lugares obtienen todavía) hasta el 70-75% de los alimentos de la recolección de frutos del bosque, caza, pesca y sólo dependían en un 25-30% de alimentos producidos en las chacras (yuca, camote, ají, maíz, etc.). Hoy las poblaciones indígenas, influenciadas por los colonos nuevos, ya dependen hasta en un 80% de productos de la chacra o adquiridos. La vida sedentaria impulsa la agricultura. Este porcentaje es válido también para los colonos. La vida sedentaria influye, en los hábitos de consumo modernos, haciendo al colono e indígena cada vez más dependiente de los alimentos foráneos. Las donaciones de alimentos, que hacen algunas entidades benéficas, son culpables de ello en el caso de los indígenas.

La agricultura "moderna" ha ingresado en forma sorprendente en los últimos 30 años a la región. Se inició en vastas áreas cultivos extensivos de palma aceitera africana, pimienta, cacao, café, guaraná, arroz, soja, banano, etc. Las áreas, especialmente cuando eran de grandes inversionistas, se limpiaban con maquinaria pesada, destruyendo el bosque en áreas extensas, que luego eran dedicadas a la agricultura. Muy pocos son los casos en que este sistema ha dado un resultado positivo, por los deterioros del suelo ya conocidos ahora. Inmensas áreas de este tipo se dedicaron posteriormente a la ganadería.

Si se realiza un análisis de los tipos de uso de la tierra, que se han empleado en la región, se llega al resultado que solamente las pequeñas chacras de colonos, explotadas con cierto conservacionista y con asociaciones de árboles y arbustos y policultivos han dado resultado. Los grandes monocultivos han sucumbido lentamente por razones de desgaste y costos elevados de limpieza (malezas heliófitas), o se mantienen con costos elevados de insumos fertilizantes, que muchas veces, de acuerdo a los valores fluctuantes de los productos, originan un balance negativo.

Solamente en ciertas áreas con tierras aluviales, como en el valle del Huallaga en Perú y en Pará, Brasil, se ha logrado consolidar en ciertas propiedades una agricultura intensiva, pero con altos costos de fertilización. Sin embargo se nota en estas zonas que la limitante principal es la erosión, ya que las altas precipitaciones no permiten una agricultura en limpio, sin una cobertura eficaz del suelo.

En síntesis, la agricultura en la Amazonia es viable solamente si se conserva los suelos, especialmente realizando una restitución de nutrientes naturales. Las fincas pequeñas y de manejo agroforestal son las de mejor sostenibilidad y muchos autores concuerdan que esto se debe al sistema de uso del suelo: la regeneración de la fertilidad.

La ganadería: Es la causante de las mayores deforestaciones en la región. Es el sistema productivo que se ha realizado en mayor porcentaje, en grandes áreas, aprovechando incentivos fiscales brindados por los gobiernos del Perú y Brasil. Estos incentivos, en la década de 1970-1980, así como en la actualidad, han permitido la inversión en grandes fincas ganaderas y las mayores deforestaciones se realizaron en esta época. Los incentivos fiscales crearon además una fuerte tendencia de especulación de tierras, que ahora es vendida a colonos.

La fiebre de la producción de carne, bajo la creencia de que la Amazonia podía ser la despensa de este producto, se desinfló rápidamente por la caída abismal de la fertilidad de los suelos, a causa del sistema inadecuado de manejo de los mismos. Las deforestaciones en grandes áreas contínuas resultó ser muy perjudicial para el suelo (compactación, erosión), para el microclima (disminución de la humedad ambiental, aumento de temperatura y radiación sobre los suelos) y para el régimen hídrico de las fincas mismas (disminución del nivel freático y la regularidad de los cauces pequeños de agua).

Actualmente se estima que sólo en Brasil cerca de 10 millones de hectáreas de bosque han sido transformados en pasturas, de las cuales el 50% se encuentran degradadas (Serrao, 1990).
La destrucción de la biodiversidad (se pasó de un sistema de más de 500 especies, a un sistema de a veces menos de 10 especies por hectáreas) ha dejado extensas áreas sin casi probabilidades de un repoblamiento natural con bosque. Las plantas heliófitas, inservibles dominan ahora los paisajes.

La sustitución del bosque por extensas praderas con gramíneas (y pocas leguminosas) trajo una suerte de invasión de parásitos para el ganado y la pastura misma. Los pastos originales implantados (Brachiaria decumbes) se tuvieron que cambiar por otros por los masivos ataques de la cigarra chupadora (Deois sp y Zulia sp.), que merma altamente la productividad. Se suplantó estos pastos con otras especies sucesivas como colonial o pasto castilla (Panicum maximum), humidícola (Brachiaria humidicola) y ahora se propaga el Andropogon guianensis. Cada cierto tiempo se propone un pasto nuevo para la región sin pensar que todos tienen sus problemas en el monocultivo. Los usos de herbicidas para hoja ancha (2,4,D; 2,4,5,T) han destruido muchas leguminosas y arbustos forrajeros que se iban adaptando a estos monocultivos. La quema anual de "regeneración o mejoramiento" del pasto castilla o colonial, una práctica común, destruye aún más la biodiversidad y agota a la larga los suelos.

La productividad de la ganadería es baja, si se compara con otras zonas y latitudes. La soportabilidad de los pastos es siempre descendente: inicialmente se logra una carga de 1.4-1.7 UA/ha (UA se considera una unidad de vaca adulta) y al cabo de 5-10 años, esta carga baja abismalmente hasta límites de 0.4 UA/Ha. (Andrade, 1987; Serrao, 1990; Brack, 1987). Esto significa que en un año se produce entre 125 a 47 Kg de carne limpia por hectárea, cifra no comparable a otras latitudes, donde se logra hasta 220 Kg/hHa/año.
Las cifras correspondientes a los pequeños ganaderos, que en número son la mayoría, pero en extensión la minoría, son muy similares, a pesar que entre ellos existen ejemplos, como en Izcozacín-Perú, donde con el uso de rotaciones y asociación con arbustos, se han logrado hasta 160 Kg/ha/año de carne limpia en potreros de "torourco" (mezcla de Digitaria spp y Paspalum sp.) nativo, en potreros de más de 15 años de uso. Pero son excepciones ligadas al factor humano.

La fauna: La fauna, tanto terrestre como acuática es uno de los recursos más importantes de la región, especialmente para el autoabastecimiento de los pobladores locales.
El consumo de pescado en toda la cuenca llega a cerca de 280,000 TM al año, siendo de gran importancia para las ciudades de la Amazonia baja y para los pobladores ribereños. En algunos territorios amazónicos, como en el Perú, la pesca y la caza tiene mucho más importancia para la provisión de carne (45,000 TM/año) que la ganadería (10,000 TM/año), a pesar que han recibido muy escasa atención.

El recurso ha recibido varios impactos negativos en la región:
• Caza indiscriminada sin orden técnico
• Desaparición de hábitat por la deforestación
• Caza para fines de exportación y mercado de pieles
• Pesca indiscriminada
• Efectos de agrotóxicos sobre algunas especies.
La fauna aunque muy abundante, solamente se mantiene en asociación con el bosque. Son pocas las especies (algunas aves) que se integran al nuevo ambiente deforestado, especialmente en las áreas de deforestación masiva. Pero las palomas, los loros y tucanes, que son diseminadores importantes de semillas, abandonan el área de las tierras deforestadas.


PROXIMO TEMA:

EL MAL USO DE LA AMAZONIA

No hay comentarios: